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Las dificultades de salir del colegio en tiempos de pandemia ¿sin despedidas ni ceremonias?

Los rituales de despedida en cuarto medio son significativos para la mayoría de los jóvenes en su último año de enseñanza media y la imposibilidad de interacción producto de la pandemia, puede generar consecuencias. Gerardo Chandía, director del Magíster en Salud Mental Infanto Juvenil de la UCM, analizó la situación y realizó algunas sugerencias a padres e instituciones.  

Terminar la etapa escolar y graduarse de cuarto medio es un momento muy relevante para la mayoría de los adolescentes. El evento de despedida, firmar la polera del compañero, compartir durante la gira de estudios y reunirse en la licenciatura, son rituales sociales que marcan un cambio de etapa en sus vidas y que, en medio de la crisis sanitaria, no se podrán realizar de la misma manera.

Gerardo Chandía, director del Magíster en Salud Mental Infanto Juvenil de la Universidad Católica del Maule (UCM), explicó que puede darse una afectación debido a que son eventos muy esperados. “La afectación es relativa y puede haber ciertas particularidades en cada caso, puede presentarse cierta inestabilidad emocional o una sintomatología desde la línea más depresiva como desánimo o frustración. En los adolescentes esto se puede manifestar con mayor irritabilidad o mal humor”, dijo.

¿Cómo los padres y apoderados pueden apoyar a los adolescentes en este momento? Para el académico, “se tienen que crear nuevos rituales de despedida adaptados a esta situación de pandemia y la clave de cómo crearlos está en preguntarles a los jóvenes cómo les gustaría poder despedirse de sus compañeros, de sus profesores y de su colegio”, afirmó.

En caso de que se puedan adaptar las condiciones del establecimiento, retomar la presencialidad, al menos, para los alumnos de cuarto medio, podría ser beneficioso. “Si se consigue lograr las condiciones de seguridad que garanticen poder volver y adaptar los espacios para resguardar la salud y que el colegio pueda recibir a los estudiantes de último año, sería una buena estrategia. De hecho, probablemente los chicos van a agradecerlo porque tendrán la posibilidad de volver a compartir con sus compañeros y profesores previo a un cambio de vida y a entrar a una nueva etapa laboral o universitaria. Esto siempre y cuando se garanticen las condiciones de seguridad”, recalcó.

La flexibilidad es clave

Si bien, aún muy pocos colegios a nivel nacional y regional han retornado a las aulas presenciales, el director del Magíster en Salud Mental Infato Juvenil de la UCM hizo hincapié en que no patologizar el regreso porque “es importante tener en cuenta que, en este periodo, podemos presentar algunos síntomas que son normales dentro de una situación anormal como la que estamos viviendo”, aseguró.

Añadió que “las instituciones educativas y los padres deben considerar que los niños estuvieron mucho tiempo en casa con poca interacción con sus padres y que se debe generar un proceso de readaptación. Probablemente las primeras semanas sean más complejas, pero si se respetan los tiempos de adaptación, se puede lograr sin problemas”, explicó.

Eso sí, el académico advirtió que, en ningún caso, se puede pretender retomar las mismas condiciones que existían antes de la pandemia. “La clave estar en ser flexibles, no vamos a volver a una condición previo a la pandemia porque hay cosas que cambiaron y probablemente cambiaron para siempre. Los colegios deben considerar ello en el momento de volver a enfrentarnos a un proceso presencial y se debe hacer un diagnóstico no solamente de los estudiantes sino también con los apoderados y el equipo educativo para ver cómo ellos van a enfrentarse a este nuevo contexto”, sostuvo.

Estrategia que debe ser particular para cada establecimiento. “Es importante considerar que cada colegio vive su propia realidad y tiene sus propias características. Cada institución debe establecer sus particularidades y, con base en eso, establecer cuáles serán sus estrategias para adaptarse”, expresó.

Según Chandía, visibilizar la voz de los alumnos es clave, incluso en los más pequeños. “La participación infantil se puede trabajar en todas las edades, lo que cambia es la metodología Probablemente, en lo más chicos, vamos a utilizar el juego para recoger la información de lo que ellos quieran decirnos. Sería significativo que, por ejemplo, los jardines infantiles generaran alguna estrategia a través del juego para levantar la voz de los niños sobre cómo quisieran un regreso a clase”.

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